lunes, 5 de diciembre de 2011

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Estos son apenas algunos fragmentos capturados y retenidos que no se reúnen en una disposición estable y coherente (por algo son fragmentos); glosas plasmadas con impaciencia que acompañan la proyección mutilada de un paseo cualquiera -sucesor de un estimable cúmulo de derivas y el suplemento cotidiano de una subjetividad arruinada-. Son, también, el reflejo de una obsesión compartida por una infinidad de soledades: la ciudad, objeto de fascinación y de inefable aversión. El medio de un intercambio de desesperaciones mudas. 

La ciudad es la expresión material por antonomasia no tanto de "nuestra" vida sino, por el contrario, de "nuestra" falta de ella. Mar del Plata es un plano cartesiano que, como tal, solo requiere dos variables simples para la localización de cualquier entidad. Su diseño re-acomoda e integra las irregularidades que la anteceden para ajustarlas a la representación espacio-temporal más vulgar y pobre concebible. ("El desarrollo del medio urbano es la educación capitalista del espacio" y, por supuesto, del tiempo). Es una superficie cuadricular en la que, exceptuando raros cruces oblicuos que perdieron su gracia, se discurre paralela y perpendicularmente. Todo obedece de forma invariable a un sentido tedioso que traduce al desplazamiento personal en una pequeña odisea peronista (tarde o temprano, hay que regresar al punto desde el que se retomará todo nuevamente). Con solo recorrer unas pocas cuadras se comprende exhaustivamente la movilidad acostumbrada y maquinal de sus habitantes. No es casual que el ascetismo, aunque no se lo reconozca bajo este término, esté de moda: para soportar semejante estado de disgregación compulsiva y de monotonía perniciosa, se recurren a todas las quimeras disponibles que refuercen la idea auto-complaciente de que todavía sobrevive una partícula de mismidad inalienable, una porción modesta de identidad soberana que nadie (ni uno mismo) puede expoliar.

1930

"Los centros de las ciudades se presentan no ya como lugares idénticos sino como ofertas originales de ambientes entre los que nos movemos, escogiendo uno, dejando otro, según una especie de shopping existencial entre estilos de bares, gentes, diseños o playlists de un iPod. <<Con mi lector de MP3, YO soy el dueño de mi mundo.>> Para sobrevivir a la uniformidad que nos rodea, la única opción es reconstituir continuamente el propio mundo interior, como un niño que reconstruyera en todas partes la misma cabaña."

El triangulo delimitado marca el perímetro del recorrido anual de una persona en París.

Cuando el cine quiso recuperar la totalidad de la ciudad para exhibirla y desmitificarla, solo creó su apología perfecta. Las figuras literarias, originalmente motivadas por el anhelo de encontrar la duración íntima del recorrido, aceptaron la prueba del extravío y aportaron el testimonio pasmoso de una cadencia urbana opresiva e irrefrenable. Las fórmulas utópicas propuestas por algunos obstinados no impidieron la reorganización de nuestro ensimismamiento. Ahora contamos con una filosofía espontánea de la interrupción cuyas limitaciones, frente a la condición contemporánea que nos enraíza a una completa nulidad, comienzan a ser precisadas. Si de lo que se trata es de "nuestra" vida, es porque lo que ansiamos recuperar son las experiencias arrebatadas.

"El rasgo dominante del ethos espectacular-metropolitano es la pérdida de la experiencia, cuyo síntoma más elocuente es, sin duda alguna, la formación de la categoría misma de <<experiencia>>, en el sentido restringido de que se tienen <<experiencias>> (sexuales, deportivas, profesionales, artísticas, sentimentales, lúdicas, etc.). Todo en el Bloom deriva de esta pérdida o es su sinónimo." 

La avenida ideada para impedir el armado de barricadas. 

"La neutralización es una característica esencial de la sociedad liberal. Los nichos de neutralización, donde se requiere que ninguna emoción se desborde, donde a cada uno se le exige contención, todo el mundo los conoce y, sobre todo, todo el mundo los vive como tales: empresas (pero,¿qué es lo que hoy en día no es "empresa"?), discotecas, lugares de actividades deportivas, centros culturales, etc. La verdadera cuestión es porqué, sabiendo cada uno a lo que atenerse en cuanto a esos lugares,¿porqué están, a pesar de todo, tan concurridos?¿Porqué elegir, siempre y en primer lugar, "que no pase nada" o que, en cualquier caso, no suceda nada susceptible de provocar estremecimientos demasiado profundos?" 

La refutación aislada y esporádica de la cita anterior:



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